Ella era más o menos un desastre, había vivido lo suficiente como para entender si era sensato enredar el corazón.

Nunca lo entendió y decidió morir...

Lentamente. 

Ya basta! Le dijo, el que ya no aguante que tire el corazón del otro al vacío... Allí perdí mi corazón. 

De esas historias que no queremos repetir y simplemente pasan... No es la circunstancia es el corazón. 

Ella no es su dolor, tampoco su amor. Ella es... Nada. 

Apostaría el corazón si no estuviera equivocada aún sabiendo que lo perdió al principio del juego. 

Y entonces le pregunta: ¿que tan bruja podrías ser? 

Y ella contesta: tan bruja como la vida me haga. 

Aún le da miedo sentir y teme que el corazón no resista. 

Pocas son las mañanas que he despertado con el, sus labios, su cabello, su piel, él, verlo aún dormido es mi parte favorita, por que sus ojos no ven los míos  y no tienen que ocultar lo que dice el corazón.